Las y los australianos, en promedio, viven las vidas más largas del mundo, en una de las economías más ricas. Sin embargo, a pesar de la relativa riqueza y longevidad, existen disparidades significativas en la salud y el bienestar en nuestra diversa población. Muchas personas pueden vivir más tiempo, pero no todas, y muchas no necesariamente viven bien. Casi la mitad de la población vive con una o más enfermedades crónicas, y nuestro sistema de salud de renombre mundial hace todo lo posible, pero lucha por mantenerse al día. Ayudar a más personas a ser más saludables durante más tiempo presenta muchas oportunidades sin explotar.
En Australia, la mayor y creciente demanda de servicios del sistema de salud surge de las enfermedades crónicas, incluidas las ENT, entre las que resaltan las del corazón, los pulmones, los riñones, el cáncer, los accidentes cerebrovasculares y la diabetes. La Alianza Australiana para la Prevención de Enfermedades Crónicas apoya a las personas que viven con enfermedades crónicas y trabaja para reducir los impactos de las enfermedades crónicas en las personas y sus comunidades.
El modelo de Cobertura Sanitaria Universal (CSU) de Australia, establecido a mediados de la década de 1980 como un "seguro de salud universal" financiado por los ciudadanos contribuyentes, utiliza fondos públicos para Medicare y un Plan de Beneficios Farmacéuticos para ayudar a cubrir y subsidiar muchos, pero no todos, los costos de la atención médica. Estos contribuyen de alguna manera a garantizar nuestro derecho a la salud, complementado con un sistema de seguro de salud privado y los gastos de bolsillo. Pero, con más de la mitad de las y los australianos viviendo con una o más enfermedades crónicas, la buena salud no es universal, y los costos del sistema de salud están aumentando para las personas que viven con enfermedades crónicas a largo plazo, para los gobiernos, las aseguradoras y las comunidades. El modelo CSU en Australia está abrumado.
Para que la CSU sea integral, adecuada, equitativa y sostenible, centrarse en decidir los componentes de los servicios de salud para gestionar y tratar las enfermedades es necesario, pero no suficiente.
Con el aumento de los costos de las enfermedades crónicas, un enfoque lógico es reducir la carga de enfermedades crónicas en primer lugar. Alrededor de 38% de la carga de enfermedades crónicas de Australia se puede reducir o prevenir abordando los factores de riesgo modificables, principalmente las dietas poco saludables, el consumo de tabaco y de alcohol, la inactividad física, la presión arterial alta y la glucosa en sangre alta. El costo de las enfermedades crónicas aumenta a medida que avanza la enfermedad: cuesta mucho menos cuando se reduce el riesgo o la enfermedad se detecta temprano, y aún menos al prevenirla. La exposición a los factores de riesgo de enfermedades crónicas afecta desproporcionadamente a las poblaciones que también experimentan disparidades en el acceso a la evaluación de riesgos, la detección temprana y el tratamiento y la atención asequibles, apropiados y adecuados para las enfermedades crónicas.
Por ejemplo, las enfermedades crónicas contribuyen con alrededor de 64% de la carga de morbilidad entre los aborígenes y los isleños del Estrecho de Torres, una tasa 2,6 veces mayor de hospitalizaciones prevenibles y representan 70% de la brecha en la esperanza de vida en comparación con las poblaciones no originarias. Las personas que viven en las áreas remotas de Australia, donde el acceso a los servicios de salud preventivos, comunitarios y primarios es limitado y lento, tienen hasta 2,5 veces más probabilidades de ser hospitalizadas por razones potencialmente prevenibles, incluyendo las condiciones crónicas. Otros grupos que experimentan una alta carga de enfermedades crónicas son las personas que emigraron a Australia hace más de 10 años y tienen un dominio bajo del idioma inglés, y las personas que viven en la pobreza con medios limitados para acceder a los facilitadores de la buena salud, como los son una buena vivienda, alimentos nutritivos e ingresos para cubrir los gastos médicos de bolsillo. Estas poblaciones prioritarias tienden a tener una mayor exposición a los determinantes sociales negativos de la salud y los factores de riesgo.
Identificar un enfoque preventivo ha sido la prioridad para gran parte de la respuesta mundial a la COVID‑19 y se ha demostrado una y otra vez que es efectivo para las enfermedades infecciosas. De manera similar, la detección temprana de enfermedades o el riesgo de enfermedades infecciosas y crónicas mejora los resultados y minimiza las interacciones con el sistema de salud a largo plazo. Sin embargo, desafiando la lógica, la reducción del riesgo y la prevalencia de enfermedades crónicas rara vez se prioriza con el mismo sentido de urgencia que vemos que se pone para prevenir enfermedades infecciosas.
Recientemente, en Australia ha habido signos positivos de atención renovada a la salud preventiva. Por ejemplo, la Estrategia Nacional de Salud Preventiva 2021-2030 quiere contribuir a los objetivos nacionales y mundiales para las ENT apoyando el comportamiento saludable y reduciendo los factores de riesgo con alfabetización, promoción y asesoramiento en salud, y prestando atención específicamente a factores más amplios para ayudar a las personas a vivir vidas más saludables, abordando los determinantes sociales, culturales y comerciales de la salud. El gobierno australiano, recientemente elegido, también se ha comprometido con un enfoque más equilibrado de la salud y las enfermedades crónicas con acciones como el establecimiento de un nuevo Centro Nacional para el Control de Enfermedades que incluye la prevención de ENT, y el Tesorero Federal está liderando conversaciones nacionales sobre 'calcular lo que nos importa' como parte de un nuevo enfoque de economía del bienestar, reconociendo a las personas y comunidades saludables entre los facilitadores de la prosperidad. Más recientemente, el Departamento de Relaciones Exteriores y Comercio anunció nuevas asociaciones de desarrollo internacional para apoyar la detección y el tratamiento temprano de las ENT; y la promoción de la salud, la concienciación sobre la salud mental y la prevención del suicidio, en la región del Pacífico y el Sudeste Asiático, reconociendo que "mejorar la salud y el bienestar de las comunidades... es fundamental para garantizar la seguridad, la prosperidad y la estabilidad de nuestra región".
Estos compromisos de alto nivel de parte del liderazgo australiano señalan la creciente importancia que se otorga a la promoción y protección de la salud para la prosperidad. Iluminan oportunidades sin explotar para los ministerios de salud y para el sistema de salud de la CSU, así como para quienes transitan estos sistemas y sectores para obtener beneficios colaterales. Con los gobiernos de todo el mundo contemplando la resiliencia de sus modelos existentes o incipientes de CSU, una alerta: es esencial integrar la promoción de la salud y la salud preventiva como fundamentales para la viabilidad y sostenibilidad de los sistemas de salud, el bienestar y la prosperidad de las personas y economías y la seguridad de las naciones.
Mientras miramos hacia la Reunión de Alto Nivel de la ONU sobre CSU este septiembre, nos unimos al coro que pide a los gobiernos que brinden salud y prosperidad para todas las personas invirtiendo en ayudar a las personas a estar lo más saludables posible, durante el mayor tiempo posible, priorizando la prevención de enfermedades crónicas, que es clave para concretar esa visión.