Siete de las diez principales causas de muerte a nivel mundial son enfermedades no transmisibles o ENT. Éstas incluyen a los cánceres, las enfermedades cardiovasculares, los accidentes cerebrovasculares, las enfermedades respiratorias crónicas, la diabetes, la salud mental y las afecciones neurológicas, la enfermedad renal crónica, entre muchas otras.
41 millones de personas mueren cada año debido a las ENT, esta cifra impresionante representa el 74% de todas las muertes en todo el mundo. Se proyecta que las muertes anuales por ENT aumentarán a 52 millones para 2030. Aunque la carga es universal, los países de ingresos bajos y medianos (PIBM) son los más afectados, con más del 85% de las muertes prematuras, es decir entre los 30 y 70 años, ocurriendo en los países más pobres. Esto hace que las ENT sean mucho más que un problema de salud: son una importante cuestión de derechos humanos y equidad, ya que cargan desproporcionadamente a las poblaciones más empobrecidas y vulnerables con enfermedades, discapacidad y muerte.
Ampliar y acelerar la acción contra las ENT debe verse como el cumplimiento de las promesas de los gobiernos. Todos los Estados miembros de las Naciones Unidas se comprometieron con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2015, prometiendo brindar salud y bienestar para todas las personas, lograr la cobertura sanitaria universal y construir un mundo más próspero, equitativo y sostenible.
Las ENT están integradas en todos los ODS y tienen su propia meta, la 3.4, que busca reducir en un tercio la mortalidad prematura por ENT para 2030. Ahora necesitamos que estos compromisos se transformen en acciones a través de un verdadero liderazgo.